-Viva la anarquia! – Les gritò un transeunte con el punno alzado
Mar era una chica rezagada. Nunca me espere que hubiera salido ella, en la encuestra que hicimos para medir el liderazgo en un grupo. Resulta que ser un lider se trata justamente de eso, que el resto lo sienta asi, aunque ella nunca hubiera dado ordenes.
Sinceramente hubiera esperado que saliese Ana, que era popular y su nombre era conocido entre diferentes grupos de chavales.
Mar era tàctica, silenciosa y planeadora. Tenìa una clara orientaciòn politica de izquierdas y comulgaba con sus ideas. Fue fiel a su pensamiento y vive consecuentemente a èl. Creo que todavìa no ha pagado un alquiler, consiguiò entrar de ocupa en algunas casas del Bannal mientras estudiaba Psicologia en la universidad. Mar llevaba un atuendo bastante punki. Su estilo se fue simplemente accentuando junto a sus ideas, que empezaron a florecer y crear grandes bosques. Sus lecturas y experiencias la fueron forjando.
Fueron ella y Patri, bastante tiradas hacia adelante. Un dia, entre todos los que nos regalo la adolescencia, aparecieron en clase con nuevos peinados. Mar llevaba media cabeza rapada, y un flequillo de un centimetro cubriendole apenas el final de la frente. Patri ademàs de sus habituales rastas, apareciò con un mechon rosa.
Nadie del grupo vio como las dos se reìan complices por haber entrado en la peluqueria mas punki del barrio. Fueron solas. El resto vio el resultado, pero no los minutos tras el corte, ahi, frente al espejo. Tuvieron que entrar en un bar cercano, porque Mar se sentia rarisima. Era su primer rape. Patri nunca habia tenido otro color que el negro en sus rizos. Las dos ahi, muertas de risa.
-Crees que tu madre se enfadarà? No creo, tìa me veo rarìsima…. buah
(Risas)
Eran pasteles agridulces. Por fin dejaban atras la infancia y empezaban a experimentar con sus cuerpos. Poco despues llegaron los piercings, siempre en ese barrio, que vivìa de noche y que contaba con muchas tiendas escondidas en calles estrechas. Las pulseras de pinchos y unas zapatillas Converse negras destennidas. Una palestina del mercado, esas que luego se venderian en colores, rosa, verde… y que acabariamos todos llevando.
Ahora Mar tiene incontables tatuajes. Se ha hecho duenna de su cuerpo. Quizà tambien como muestra de sus posiciones siempre firmes. Lenta en mostrarse pero definitiva.
Patri y ella eran inseparables. Se llegaron a parecer fisicamente. Se admiraban la una a la otra y se parafraseaban. Pasaban tardes enteras leyendo y bebiendo te, viendo peliculas de terror o hablando de politica. Tenian una relaciòn muy estrecha.
Fueron ellas las que empezaron a hacer actos callejeros. Sus perfomances. Como aquella vez que decidieron donar sus libros de infancia. Libros que ya habian leido y que querian compartir con el resto. Tomaron una manta, y colocaron un puestecillo en la calle peatonal, ahi mismo, en el suelo.
La gente se paraba a preguntar, las miraba con curiosidad. Un cartel de carton decia : Libros Gratis.
La gente preguntaba por el precio y se quedaban boquiabiertos cuando ellas orgullosas respondian: son gratis!! Llevàtelo.
La policìa no tardo en aparecer.
Que estais haciendo, ninnas, que haceis aqui ? Hojearon los libros mientras esperaban respuesta. Mar tomo la iniciativa.
-Son nuestros libros, no los estamos vendiendo.- Dijo con una confianza innata. Temple.
Pero aqui en la calle, y que es este dinero? – pregunto el poli sennalando la gorra con algunos euros sueltos.
-La gente nos da propinas, no les gusta llevarse los libros sin nada a cambio. Pero no tenemos precios, de verdad, mirelo usted mismo.
– Vale, vale, lo que hay que ver. Y porque dais estos libros ? Habeis leido el codigo Da Vinci o que? – reprocha el sennor en uniforme
Queremos darlos. Tenemos muchos libros en casa y es que ya los hemos leido todos. Podria estar leyendolo alguien mas. Alguien que no puede comprarlos…
Los policias se fueron al poco rato sin encontrar algo que les pudieran decir pero no tardaron en volver alegando que la inmobiliaria, la que estaba detras de ellas habia llamado, no queria tenerlas tan cerca de su puerta.
– Vale, chicas venga, moveros. Aqui no podeis estar. Molestais a los negocios.
– Esto es la calle, es un espacio publico… es de todos.
-Venga, id recogiendo.

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