Mientras hablaba por teléfono comía un plato caliente. La noche estaba fresca, acababa de caer una tormenta de verano. El aire parecía querer ayudarle a respirar, era un alivio. Su voz estaba tomada por el catarro, por un mal de mayo. La voz al otro lado del teléfono era grave y suave. Al principio a penas la oía, en parte por su bloqueo de las fosas nasales y en parte porque previamente escuchaba música muy fuerte. Tardó unos cuantos minutos en escuchar la voz con claridad, en verse envuelta por los susurros. Esos delicados comentarios que le abrazaban, y le hacían visualizarlo, como si èl estuviera allí mismo. Podía ver su cuello, su oreja, su barba, todo de cerca. Si se hubiera dado cuenta… mientras tanto había empezado a tocarse, levantándose brevemente la falda, a acariciarse melosamente. Su mente allá arriba, donde las ondas del teléfono, junta a las personas. Dándose un abrazo a golpe de palabras. Sólo al colgar, se dio cuenta de que su mano, cariñosa, estaba tocando su muslo.
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