Entre tus tetas

Pero tu nunca supiste lo que iba a pasar,
aunque así lo creyeses.
Tus ojos no miraban la penetrante luz de la realidad,
sólo entrecerrados decían mirar
las chirivitas entre los párpados.

Mientras frotas con la toalla tus rasgos jóvenes
todavía buscabas de nuevo la ventana,
sin apreciar la luz interior.

Esa luz
que brota a borbotones
como chorro de agua imparable en un manantial,
con fuerza originaria
entre tus tetas.

Pero esa luz que de su misma fuerza y voluptuosidad
se te quedaba enganchada en la estrecha garganta
buscando una salida entre palabras.

Te atragantas
y vuelves a tener ganas de fumar.

Quizá te empuje la verdad adentro
de una vez,
la cubra cual niebla y no la veas más.

Ya sea por quitarse un vicio con otro vicio
y así sin final.

En un tiempo,
unidos cual árbol con bufanda de pájaros.

Escucharle cantar al viento,
te llega la voz como conocida.

Mientras bajas la toalla,
observas a ese espejo que no te estaba observando
hasta que tu lo hiciste,
o eso crees.

Quitas la mirada de una ventana y la tiras hacia otra de reflejos.

El atardecer consumido
cae en el infinito de tu mirada.

Siempre los habrá,
aunque la gente deje de recordar el significado de la palabra ámbar.

Los habrá como promesa de una vuelta
como un good bye esperado,
pero que nos deja boquiabiertos,
cabizbajos y melancólicos.

Como si el día y la promesa fueran viento entre los dedos.

Viento nocturno y frío.

La luna de papel, redonda y clara refleja en tu ventana al mundo.

Sustituye a la verdadera,
que sabe dios en cual de todas esas nubes se esconde
o si en cualquier caso no sea nueva, negra y vacía como una promesa.

Luna que se apiade de ti,
de tus noches de lamento y de tus miedos escondidos entre tus tetas.

El barrullo del tiempo,
con sus pasos silenciosos,
invade la esperanza de no caer en un olvido.

En un tornado
de sensaciones de colores
que se dirigen hacia si mismas.

Las noches cortas, hechas a medida,
no existen.

Las acortas con quehaceres de todo tipo para no sentir los fríos pies.

Cierras los ojos con presión y así
esperas la arena pesada del sueño.

Pero se queda ahí,
larga y tendida
cubriéndote o descubriéndote pesadas pesadillas.

Mora
(Feb 2014)vita and violet trefusis

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